Este hecho puede derivar además en que las inversiones hacia el sector de la radiodifusión se vean disminuidas, retrasadas y que el mercado se mantenga concentrado en unas pocas manos, lo que terminará en una menor oferta de contenido y pluralidad en las pantallas del consumidor.
Ya en el pasado ha ocurrido que particulares poco ligados a la industria de la radiodifusión han competido y logrado obtener una concesión, principalmente en radio, para operarla por un periodo mínimo y luego venderla a un mayor precio a terceros.
En la industria de las telecomunicaciones también se han dado los casos de que grupos económicos han logrado llevar al Congreso a sus aliados para que legislen a su favor. En el rubro de la política, este tipo de acciones se replican continuamente, como el caso de Rafael Acosta “Juanito”, que llegó a la jefatura delegacional de Iztapalapa gracias a la ayuda de una maniobra político-electoral y después tuvo que delegar el poder a un tercero.
Lo mismo puede ocurrir en la licitación de las nuevas cadenas de televisión, donde algunos grupos están impedidos para participar en dicho proceso, por ser considerados como agentes económicos con poder sustancial de mercado en televisión o telecomunicaciones y que pudieran aprovecharse de que algunos de los competidores que resulten ganadores de la licitación, al final del día no cuenten con la capacidad para operar las frecuencias y por tanto se vean obligados a traspasarlas a otros.
Convocatoria poco clara
“Objeto, concesionar el uso, aprovechamiento y explotación comercial de canales de transmisión para la prestación del servicio público de televisión radiodifundida digital, a efecto de formar dos cadenas nacionales en los Estados Unidos Mexicanos, por un plazo de veinte años”, se lee en la convocatoria de licitación publicada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) el viernes 7 de marzo pasado, pero en la que es la primera licitación pública del regulador no se lee texto que explique el mínimo de tiempo que una de estas concesiones deberá estar en manos del ganador de la misma antes de que pueda traspasarla.“Es una posibilidad real. (La convocatoria) no dice sobre el tiempo mínimo de operación de la cadena, cuando la anterior legislación obligaba a quien ganara la convocatoria debía operarla al menos tres años y luego, si quería, traspasar la concesión”, comentó Gabriel Sosa Plata, experto en telecomunicaciones y académico en la Universidad Autónoma Metropolitana.
“(En la convocatoria) no viene un periodo de obligación (para retener la concesión). Sólo habla de una concesión por el periodo de 20 años. Faltan palabras y eso genera dudas de cómo o con quién van a terminar esas frecuencias”, expuso Jorge Fernando Negrete, director general en Mediatelecom Policy & Law.
Las señales que se disputan
El paquete de frecuencias del espectro radioeléctrico, que desde el 2 de septiembre está en disputa por una decena de interesados, permitirá la creación de dos cadenas de televisión a través de dos redes nacionales de 123 canales cada una, mismas que tendrán la capacidad de cubrir hasta el 95% del territorio nacional, así como a las 153 plazas más importantes de la República.Los interesados en el proceso de adjudicación, cuyos nombres deben conocerse a más a tardar marzo del 2015, según el calendario del IFT, compiten en un concurso en el que el precio de salida de cada una de las cadenas es de 830 millones de pesos, más una fianza de seriedad no recuperable por 415 millones de pesos.
De los siete potenciales interesados con nombre y apellido en las cadenas de TV, filtrados a la prensa especializada a principios de septiembre, pero que el IFT no ha confirmado, cinco tienen experiencia en operar canales de televisión, así como señales de radio o periódicos y uno es proveedor de equipos de telecomunicación, mientras que otro se desempeña como proveedor de infraestructura de videovigilancia.
La solvencia o el conocimiento técnico, sin embargo, no ha quedado del todo claro entre los interesados, de acuerdo con los analistas del sector, y sólo uno de los potenciales postores, el empresario minero Germán Larrea, cuenta con la capacidad financiera necesaria para operar una o las dos cadenas y soportar una sangría de recursos a sus arcas en el que será “una lucha contra los gigantes de la televisión mexicana” que juntas suman más del 97% de la audiencia televisiva.
Los siete grupos económicos de los que se habla están en la puja por las cadenas de televisión, de acuerdo con la revista Forbes, Grupo Tepeyac, Grupo México, Grupo Lauman, Grupo Ángeles, Grupo Radio Centro, Comseg y Grupo MAC, van por un mercado valuado en 4,000 millones de dólares, 3,500 en publicidad para TV y 500 millones más en generación de contenido, según estimaciones de The Competitive Intelligence Unit (The CIU).
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Prácticas endémicas de la radiodifusión mexicana
El que uno de esos grupos logre ganar la adjudicación de las frecuencias y luego decida traspasarlas a terceros regresará al mercado las prácticas que dieron origen a una etapa oscura de la radiodifusión, en la que por compadrazgo o por interés algunos particulares participaron y vendieron “caro” sus concesiones, “así que es no es casualidad” que grupos de radio o televisión cuenten a la fecha con señales de “más de la cuenta”. “Este pudiera terminar en un tema como el de las juanitas y el IFT debe ponerse alerta”, estimó Jorge Fernando Negrete.“(Como está en la convocatoria de licitación), la ley es flexible en términos de cuánto tiempo estás obligado a transmitir. Si el IFT no te pone una obligación expresa, el escenario (de que se traspasen las concesiones) es posible”, añadió Jesús Romo, analista en telecomunicaciones.
“Hay confianza en que el regulador haga un buen trabajo. El problema está en que a veces, si no está en la ley, no existe y se lo pasan por alto; así que el riesgo está”, Víctor Pavón-Villamayor, presidente ejecutivo de la consultora Oxford Competition Economics.
Omisión a cambio de más postores
Uno de los argumentos por el que en la reforma a las telecomunicaciones haya omitido el tiempo mínimo de operación de la concesión en manos del nuevo operador fue para animar a más participantes a entrar en la competencia y a fortalecer la libertad de competencia, bajo la premisa de que el nuevo concesionario pueda desprenderse de estas frecuencias si de pronto no las encuentra rentables y su capacidad financiera disminuye más allá de lo previsto en sus planes de negocio.“Puede que el regulador no quiso afectar esa libertad de competencia en el mercado. Pero también debe considerar que los postores también deben contar con la capacidad financiera o con un pie ya en telecomunicaciones o van a acabar vendiendo su negocio a terceros grupos por falta de liquidez. Los grupos deberán aguantar la enorme salida de recursos y si no logran contar con el capital, van a terminar vendiendo a dos pesos las señales o peor, más caras y no se cumplirá el objetivo de generar competencia en el mercado”, dijo el director de Mediatelecom.
Resulta poco entendible, consideró Jesús Romo, que la convocatoria haya omitido este aspecto, ya que los nuevos tiradores saben que el negocio de la televisión implica una salida extrema de recursos y que “tienen que darse unos cuatro a cinco años para ver dónde se encuentran” en el mercado y entonces evaluar la opción del traspaso a terceros.
Y si optan por el traspaso, los nuevos concesionarios también deberán hacer una evaluación si traspasan la concesión o la producción de contenidos de las nuevas televisoras y así la “compra sería más atractiva en función del tipo de contenido que programen o que produzcan”.
IFT debe estar alerta
Al final del día, es el IFT quien debe evitar a través de su unidad de competencia que las cadenas de televisión sean adjudicadas a un postor con poco conocimiento técnico o capacidad financiera que lo lleve a rematar la concesión y cedérsela a un tercero.“No hacer un buen trabajo, puede llevarnos a que en la licitación se dé este fenómeno del juanismo en las cadenas de televisión y que pueda hacerse efectivo de un día para otro”, sostuvo Gabriel Sosa Plata.
“La licitación no debe ser un negocio de interpósitas personas que lleguen como aventureros, que eventualmente terminen vendiendo las cadenas, porque todo eso retrasa la inversión, el despliegue de infraestructura y al final afecta la oferta al televidente. Tienen que dársela a alguien que verdaderamente tenga experiencia y un fiel plan de negocios”, agregó Jorge Fernando Negrete.
“Este es un tema sensible. No creo que el regulador se quede satisfecho con ese escenario, porque (la licitación) habría sido todo un ejercicio para reconcentrar al sector exactamente lo opuesto al mandato (constitucional)”, expuso Jesús Romo.
“La clave estará en que la (eventual) sesión de derechos, la unidad de competencia del IFT debe jugar una posición muy clara y fuerte, de imponer salvaguardas, porque el riesgo está y si el IFT se duerme y uno hace un buen trabajo, la cadena puede terminar hasta en una empresa que por ahí esté en la sombra de alguno de los preponderantes”, estimó el presidente de Oxford Competition Economics.
erp
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